Por motivos laborales estuve en el corte o detención de vehículos tanto en S M Lapiur como el sábado anterior en Las Varas por el reclamo del pésimo estado del tramo Las Varillas – San Francisco de la ruta 158. Y en ambos casos, más allá de la voluntad y pacífico reclamo de la gente, volví a nuestra ciudad con esa mezcla de indignación, hastío e impotencia que solo se percibe estando allí, y comprobando además la sorpresa y resignación de los eventuales conductores a los que me tocó entrevistar.
Créanme que, una cosa es la vergüenza propia de compartir con nuestros vecinos de la región esta desgracia de un canal de tránsito prácticamente intransitable, y otra muy distinta la de comprobar los rostros y las reflexiones de gente de todo el país y el exterior a los que les cuesta creer que se haya llegado a este punto extremo. Rostros, en muchos casos, de sorpresa por lo burdo y hasta ordinario de la situación y reflexiones en cuanto a cómo permitimos como vecinos y usuarios de la ruta que se haya alcanzado este límite vergonzoso y doloroso para todos.
Bien se sabe que lo emocional nos suele pegar más fuerte que lo racional en circunstancias especiales, y es obvio que cada vez serán más las broncas y opiniones negativas y de disgustos que nos tendrán en el centro de la escena a lo largo y ancho del país y países vecinos: “Terrible, peligroso, intransitable esa zona de … Las Varillas. Una vergüenza que nadie haga algo al respecto”, algunas, solo algunas de las acotaciones escuchadas. Y nos duele y dolerá por la imagen de ciudadanos de segunda que “exportamos” al respecto y que nos costará mucho, muchísimo tiempo revertir, tanto como el cicatrizar de las heridas de tanta gente que por ocio o trabajo hace uso de esta ruta.
Vergüenza propia, porque así no nos quepa una responsabilidad directa ni mucho menos, seguimos siendo parte del problema e incluídos en el mismo. Pero también y por sobre todo, vergüenza ajena por tantos años de desidia de las autoridades nacionales, los verdaderos responsables, que ya hubieran solucionado con creces el problema de haberlo tenido cerca del puerto capitalino.
Fernando Movalli