“… herida por un sable sin remaches…
Ves llorar la Biblia junto a un calefón”
Tiene tantas cosas en su museo Pirucho Giecco que ni él debe saber si hay entre sus posesiones una biblia y algún calefón. Blasones, escudos de armas, heráldicas sí hay, o por lo menos, lo que se ve en la nota realizada por Gabriel Verdoia se pueden divisar
Y si no hay una biblia junto a un calefón como en la letra de Cambalache, hay un escudo de Independiente al lado del de un temible vickingo con su espada en ristre como quien escribe esta nota tiene en ristre una serie de fotos y elementos para describir esta increíble colección que descansa en San Martín 925.
El Museo de Pirucho es lo que en comunicación se conoce como “caos organizado” es decir, cientos de cosas apiladas al lado de otras que aparecen en forma aparentemente caprichosa pero no es tan así
El propietario de esta maravilla relata que prácticamente por los ambientes de su museo pasa la historia de la fauna varillense, la que hay y la extinguida por la cacería indiscriminada o las variaciones climáticas. La historia de Las Varillas en fin
Hay reproducciones de pajaritos de cartón y madera de todas las especies y formas que sobrevuelan sobre diligencias y carretas que a su vez apuntan sus caballos y bueyes hacia una multitud de herramientas que reíte del taller de Oreste Berta…que a su vez tienen en sus costados soles de noche, roldanas para sacar el agua de los aljibes cuando no estaba en los proyectos de nadie el tanque de la EMAV en Las Varillas ni se tenía idea de lo que era el agua corriente.
Pero lo más importante del Museo de Pirucho Giecco es Pirucho Giecco. Una memoria prodigiosa a los 93 años para recitar de corrido las formaciones de Independiente, la Máquina de River, Boca, San Lorenzo y, si lo apuran, capaz que le diga a quien lo quiera escuchar cómo salieron los partidos disputados entre ellos. Algo que haría empalidecer de la envidia a Juan José Lujambio, el As de las Estadísticas del Gordo José María Muñoz.
Pero vayamos saliendo del Museo de Pirucho porque la estamos haciendo larga. Uno se topa a la salida con un “autorretrato píruchano” ,fotos en las paredes junto a una bomba de extraer agua, pavas para el mate, trofeos deportivos, aves, mariposas, caballos y cuanto representante del reino animal pueda imaginar.
Casi que dan ganas de pedirle prestada la bicicleta con volante, pero no con el manubrio común de esos vehículos sino un volante de automóvil que le instaló Pirucho para salir a recorrer las calles varillenses hasta no hace mucho tiempo.
Y cuando cree que ya ha visto todo, encuentra a la salida una escalera que no lleva al cielo como en la serie de TV sino a una gruta magníficamente construida con piedras y mezcla. Calicanto diría la canción.
En suma no estará la biblia y el calefón, pero después hay de todo lo que uno pueda imaginar…y mucho, más.
Señores lectores…gracias por recorrer el Museo de Pirucho Giecco
L.A.A.