(Columna compartida con Semanario El Heraldo)
¿Cuánta vigencia mantiene por estos días aquel viejo refrán de José Hernández en el Martín Fierro no? Y si … “El que nace barrigón, es al ñudo que lo fajen”, para expresar la aceptación y resignación por aquello que ya tiene una naturaleza determinada y es casi imposible de cambiar. Como, para muchos, la falta de respeto a las leyes que solo las acatan con mano dura, controles o rigor.
Pocas veces una resolución como lo de esta Cuarentena y/o Aislamiento Social tuvo fundamentos tan sólidos y convincentes. Centenares de miles de ejemplos de infección inmediata del virus nos muestran con claridad que solo quedándonos en casa protegeremos a los nuestro y al prójimo. Pero, para muchos, parece que no hay caso.
¿Qué parte no se entenderá del probable alto contagio hacia los tuyos y al resto si tomas la cuarentena de manera irresponsable, como si nada? ¿Cómo es posible que nuestra cultura transgresora haya calado tan hondo, hasta el límite de exponer la salud de los propios seres queridos?
A Dios gracias, y para grata sorpresa de muchos, el Presidente Fernández ha hecho y continúa haciendo lo correcto junto a sus Ministros e incluso junto a una oposición a la altura de las circunstancias para que la salud prime por sobre todo. Y, sin embargo, una parte de la ciudadanía incluyendo a los nuestros, parece lamentablemente no haberlo interpretado. O quizás sí, pero fieles a las malas costumbres latinas ….nos da lo mismo, así nos vaya en ello hasta la propia vida.
Decía, por nuestros lares no estamos muy ajenos a lo comentado. Las autoridades de la ciudad y de toda la región tomaron rápidamente medidas al respecto. Efectivas, o no tanto, pero sin negar que lo hicieron de inmediato ni bien estalló el tema de la enfermedad junto a las estrictas medidas de índole provincial y nacional. No obstante, ya es evidente que a aquellos que lo hicieron con mayor control y rigidez y no les tembló la mano les está yendo mejor. Con detenciones, clausuras y aperturas de causas como corresponde, no solo para hacer cumplir la ley y prevenir la infección, sino para respetar con ello al buen ciudadano responsable y cumplidor como así también a los sacrificados equipos de salud que también insisten, ruegan por dicho cumplimiento.
El “hijos de rigor” más vigente que nunca, porque pareciese que no queda otra. Si hasta muchas “doñas Rosas” mienten con tal o cual excusa para no perder la costumbre del matecito en la juntada familiar y, como estos, decenas de malos ejemplos típicos de nuestra natural cultura de transgresión al cumplimiento de la ley.
El tiempo, solo el tiempo y las estadísticas futuras al fin, dirán si estas medidas fueron exageradas o acertadas en su aplicación. Pero más allá de ello, nos volverá a quedar la ya histórica sensación de qué si no nos controlan, si no nos castigan o si no nos aplican el rigor seguiremos manejándonos en la vida como si viviésemos en una isla cuasi privada. En una especie de “ejido propio” y no en una sociedad consolidada y con nivel de vida que nos exige, hoy más que nunca, de la responsabilidad de todos sus integrantes.
Fernando Movalli