(Columna compartida con El Heraldo)
Este viernes 30 regresa el fútbol de primera división, ahora en el marco de la flamante Liga Profesional, luego de siete meses y medio de paráte por la extensa Cuarentena.
Creo que ya ni vale la pena seguir reiterando aquello de frenar la actividad en Marzo, con solo 37 casos positivos entre Buenos Aires y Chaco y sin fallecidos, y reabrirla casi en Noviembre con un millón y pico de contagios y una cantidad de defunciones que lacera el espíritu de cualquiera.
No obstante, el regreso del fútbol profesional tiene distintas aristas para diferenciar en el presente y demasiados bemoles para destacar. Uno de ellos, es ese atrevimiento de “desparramar” la actividad futbolística en muchos lugares del país en donde hay una alta transmisión comunitaria del Covid.
Solo para comparar con otro regreso de semanas atrás, esta más que claro que no es lo mismo el automovilismo y sus burbujas por equipo en único lugar que el fútbol con sus aperturas, masividad de planteles e imposibilidad de aislamiento concreto por doquier.
A ello, habrá que sumarle también el inminente comienzo del ascenso en todas sus categorías, sin olvidar que en este otro mundo semiprofesional la fragilidad económica, coyuntural y estructural es mucho mayor y delicada.
Sin embargo, el regreso de la actividad competitiva del más popular de los deportes era un pedido a gritos y casi imposible de evitar. La economía que se mueve a su alrededor, la presión de los calendarios sudamericanos y los contratos televisivos para dar oxígeno a más de una institución hacían insostenible extender la ausencia de la actividad. Una inminente actividad que ya tuvo heridos en el campo de batalla contractual con una de las empresas que brindaban el servicio de TV y que muy probablemente sea la veta para el regreso del Fútbol Para Todos.
Al respecto, más allá de parecer impensado que el Estado pueda volver a gastar en ello dado sus arcas cuasi vacías del presente, la situación sin público en las gradas y la necesidad de gratuidad hacia los hogares por allí no será tan mal visto como en otras oportunidades. Especialmente si se aprende de aquellos viejos errores y no se juega a la política barata desde el mensaje gráfico en la pantalla o el oral de sus periodistas adictos, hoy en una situación de crisis terminal que ya no se lo bancaría.
El fútbol argentino y sus atrevimientos o bemoles, que podrán recorrer tal o cual camino en su derrotero desde el viernes, pero que estarán bajo la atenta mirada de muchas lupas. Lupas futboleras o no, pero compatriotas al fin, para observar si se vuelve o no a errar en la esencia de una decisión probablemente necesaria pero altamente sensible por el pleno auge de la Pandemia.