Está más que a la vista la triste dicotomía e inevitable comparación de tener habilitado prácticamente todo excepto las clases presenciales, con las escuelas cerradas. Único país del mundo en no abrir las instituciones educativas, aún a sabiendas de que la ciencia demostró que los colegios no son un foco de transmisión del Covid. Una verdadera pena, o más bien, una verdadera vergüenza por el infinito daño de todo tipo que se le causó y cusa a tantos niños y jóvenes a lo largo y ancho del país.
No obstante, también es indudable el esfuerzo de la mayoría de los docentes trabajando a destajo desde la virtualidad, más allá de que este tipo de enseñanza este lejos del resultado que si da lo presencial y las prácticas reales. Y es más que obvio que este pedido a gritos de la imprescindible vuelta a clases no depende de ellos sino de su sector gremial y de las autoridades políticas como se sabe.
Los esfuerzos que desde hace meses realizan el ámbito de la cultura, la recreación, el deporte y lo laboral, habiendo logrado casi plena actividad, caen inevitablemente en la odiosa comparación con lo educativo en donde pareciese que se hizo exactamente lo contrario. Y ello, muy a pesar del insistente reclamo de una sociedad que ve con espanto el hecho de que se vuelva a perder otro año escolar y se debilite la formación integral de nuestros niños y jóvenes.
Por nuestra ciudad, la mancomunión de las habilitaciones municipales vía protocolos con las actividades de aquellos mismos ámbitos sin dudas ha dado sus buenos frutos. Sólo basta observar el tema de las empresas y comercios, las Escuelas de Verano, los espectáculos públicos, lo gastronómico y los eventos recreativos y deportivos habilitados para comprobar que no han generado ninguna incidencia de transmisión masiva, sosteniendo el factor económico a pleno. Y de paso, corroborar una vez más que en lo clandestino, sin ningún tipo de protocolo y control, es donde realmente reside el problema de contagios.
Ser flexibles pero con el cumplimientos de los protocolos, más la imprescindible responsabilidad social, es nomás la única conjunción posible para alcanzar el equilibrio y los resultados esperados. Y de allí la vital importancia de aquellas convicciones previas, luego apuntaladas desde el esfuerzo, de muchísima gente con decisión ligada a cada uno de esos ítems. Ítems donde lamentablemente la educación, ni más ni menos que la valiosa educación, por ahora ha brillado por su ausencia por parte de quienes tiene la responsabilidad de generar y decidir el esperado regreso a clases