La tradicional raviolada de los viernes en el Comedor Lucecita tuvo esta vez un sabor especial. No por la exquisitez de los platos preparados sino porque celebraban 20 años de solidaridad para con una niña de nueve ó diez años que un día tocó la puerta de la casa de Tere Scarafía para pedir un pedazo de pan y que dio nombre al lugar que se fue trasformando cada día en un oasis de reunión de cientos de Lucecitas que acudían por un pedazo de cariño y un poco de comida.
Hoy muchos de ellas y ellos son mayores que han formado familia y no olvidan a su segunda familia: la de Tere y otras mujeres que no nombramos para no cometer la injusticia de olvidar a alguna.
La de anoche fue una raviolada para seguir pagando el tratamiento de Carmencita la niña para quien Teresa Castro impulsa sus ansias de curación. Pero hay muchas Lucecitas más que requieren de la bondad y la solidaridad.
El próximo jueves 19 de septiembre se celebrará una misa por los 20 años del Comedor y habrá un reconocimiento para todas las mujeres que se acercaron al local de calle Alem para dictar clases y exponer trabajos.