El desconsuelo y las interminables lágrimas de Guido Pella con el consuelo del capitán Orsanic fue toda una postal de lo que había ocurrido minutos antes en otro extenso partido de más de cuatro horas. Porque a todos nos pareció que el bahiense lo tenía ahí al triunfo ante el excéntrico y talentoso Fognini luego del 2 a 0 inicial. Pero no pudo ser porque lo malo, lo extraño y lo extraordinario del match corrió por cuenta exclusiva del “tano”, un jugador increíblemente dotado pero que se va y vuelve de los partidos como si nada.
Sus idas del comienzo coincidieron con la certeza y profundidad del zurdo argentino y de allí aquel marcador que ya olía a cuartos de final para el campeón. Pero volvió Fognini con un tenis tan exquisito como excelso desparramado a lo largo y a lo ancho del rojo polvo. Con grandes drops, ángulos al límite y una aceleración de pelota casi de muñeca que fueron mucho, demasiado para un Pella que se desconcentró y terminó cediendo ante el excéntrico visitante.
Una serie de locos que tuvo triunfos italianos el viernes y lunes y argentinos el sábado y domingo para que se guarde por mucho tiempo en la memoria, aunque dolió por el final.
Una serie de octavos de final que fue la presentación como campeón del mundo de la selección albiceleste pero que no resistió tantas ausencias y ahora deberá luchar en Setiembre para no descender. Un repechaje aún sin rival ni localía definidOS, pero que no será nada sencillo más allá de la segura participación de Del Potro y Delbonis para esa época.
Una serie de cuatro días, de locos si las hay, que volvió a tener triunfo visitante como siempre ha ocurrido cada vez que chocaron “argentos” y “tanos”, y que volvió a confirmar que la Copa Davis sigue manteniendo un genuino sentimiento para el deporte nacional.