Pasaron algunos días, pero todavía molesta, todavía duele incluso en este 2022 aún en pañales.
Se había preparado como nunca, triplicando en silencio su constante y sacrificado entrenamiento en Las Varillas junto, entre otros, al “Chinito” Acevedo de San Francisco y al arroyitense Puchetta. Lo venía haciendo calladito, con su acostumbrada humildad y hombría de bien siempre destacada por Francisco Sarmiento, su coach.
Había superado su problema nasal con creces y alcanzado un estado físico excelente que le permitió sostener el ritmo y la perfecta estrategia a lo largo de los diez rounds en el polideportivo “Roberto De Vicenzo” de Berazategui. Esos mismos diez durísimos rounds que lo vieron triunfar con claridad ante un soprendido y desconcentrado uruguayo Vidal.
Un triunfo sin discusión de Martín “Bula” Bulacio, de el hablamos, a la vista y percepción de todo el mundo del box.
Una clara victoria en todos los aspectos en que debe evaluarse una contienda de pugilismo profesional, avalado incluso por la tarjeta de los Periodistas de TyC Sports y de la inmensa mayoría de entrenadores, boxeadores y aficionados en el doloroso día después. Pero no hubo forma y aquel histórico “tongo” que nos cacheteo muchas veces desde niños a través de este atrapante deporte volvió, una vez más, a la superficie con su presencia injusta y vergonzosa.
Derrota de “Bula”, un pibe ejemplo para tantos por donde se lo mire y por eso duele, nos duele. Por el, por su familia y por su cuerpo técnico, pero sobre todo por que se lastima la esencia del deporte, esa de la justicia de un resultado en función de lo realizado, de lo experimentado y no al revés. Ese “revés” que vieron y decidieron tres jurados ineptos e inescrupulosos para “defender el negocio” e inventar y elegir al pugil más joven y rentable de los dos.
Desazón, bronca e impotencia fue lo que vivimos, lo que sentimos y no muchos pudimos evitar entre la noche del anteúltimo y último día del año. Una tristeza que se percibió en Las Varillas y su región pero que fue carne viva en su Sacanta natal. Su querida localidad que lo recibió con el pecho inflado de orgullo por un deportista que hoy, no tengo la más mínima duda, es el Campeón Latinoamericano CMB sin corona. Esa que le robaron de manera vil y artera un grupo de mafiosos disfrazados de Jueces y que, seguro, no ha sido “su primera vez” en el barroso ruedo que ellos mismos se encargaron de generar y sostener.
Pero no importa querido pibe, no importa. Nuestra región toda, más allá del box, sabe perfectamente lo que paso arriba y también debajo del ring y, obviamente, ellos también y tendrás revancha. Quízás en un cuadrilátero, no sabemos, pero si seguro en la vida misma que recordará por siempre este atropello que hoy te impide levantar esa corona que lograste en esos diez rounds que llevaremos por siempre en la memoria.
Fernando Movalli