Mis padres escuchaban “Los Pérez García”, el Boletín Sintético de Radio El Mundo, El Glostora Tango Club; mi abuela materna (Decía mi madre, porque yo no la conocí) escuchaba las óperas y al tenor Mario Lanza y las tarareaba.
Mi abuela paterna, en cambio, venía de Río Cuarto, en realidad de Charras y nos pedía que sintonizáramos Radio Ranquel. Con la Philips a válvula no había problemas. Con la Spica era más difícil
Después llegaban los boleros con Mario Clavel, Javier Solís , Los Panchos y otros.
Escuchábamos Radio Colonia y Ariel Delgado cuando la cosa se ponía fulera en Argentina.
Los partidos de fútbol con Fioravanti y después el Gordo Muñoz; los más chicos Un Mundo de Chocolate en Córdoba y el Club de los Ruxcolitos en Rosario; a Enrique del Campo y sus Resonancias Musicales que pasó por todas las emisoras de Córdoba y lo seguíamos con la Spica; al tío Pepe González en el Disco Show VM, a Córdoba Deportiva por Radio Universidad y al Tío Víctor Brizuela con Sucesos Deportivos; al Almacén La Candelaria en Rosario, a Jaime Kloner y Ana María Alfaro en el León de Francia.
Más acá en el tiempo, a Víctor Hugo cuando se dedicaba a hacer lo que sabía por Radio Oriental de Mntevideo, junto a Dardo Luis Gregores y el Gauchito del Talud.
A Víctor Jorge Barbier por LT 10 de Santa Fe y Alberto J. Llorente por LT2 de Rosario (o era LT3?), y a Gianserra.
Estábamos en un lugar privilegiado de la Pampa Gringa, escuchábamos radios de todo el país y también del mundo por Onda Corta.
Todo salía a través de ese mágico aparatito llamado radio. Las veces que habremos cambiado de lugar el receptor cuándo había tormenta y las descargas te hacían perder la onda.
La vida me llevó después a trabajar en el mismo medio que mucho de ellos. Era como tocar el cielo con las manos. Pero mi amor por la radio venía de antes. La radio es mi vida y vivo para ella. Si algún día me quieren castigar, sáquenme la radio.