Una pena, la verdad, una verdadera pena. Por el buen momento de los nuevos torneos categorizados y por el interesante ritmo de competencia que ya tenía esta recta final de clasificación en el Fútbol Regional. Ritmo de competencia frenado, de golpe y porrazo, por una resolución a las apuradas en medio de la semana y que dejó más dudas que certezas.
Una pena por la falta de seriedad al decidir la suspensión de una fecha regular perfectamente programada, solo por el infantil argumento de “parar por el día del padre”. Un argumento sin antecedentes similares, como sí lo tuvieron con mucho más tiempo otros en donde se jugó en días feriados, en el mismo Día del Trabajador y en tantos días de semana o fechas con solo 72 horas de lapso entre ambas. Un pedido que hubiese sido impensado en la temporada anterior por el tema de las lluvias y que, con este antecedente, ahora deja expuesto el vale todo en función de cada circunstancia climatológica, electoral, de operativos de seguridad o de lo que sea.
Una pena, no solo por el precedente que genera de aquí en más para otros tantos pedidos que en el mismo tenor ahora tendrán su espíritu comparativo para tal, sino porque se gasta pólvora en chimangos y no en cosas más importantes que, en definitiva, terminan teniendo que ver con lo mismo. Como si contemplar el problema de un Boca – River o partidos puntuales de un Mundial para que no se reduzca la concurrencia a la mínima expresión.
Una pena, porque con este mismo criterio ya debería entonces programarse tanto la suspensión de las fechas del día Niño como el del día de la Madre, yendo a contramano de un calendario que, precisamente, debería reducirse para bien. No solo para evitar aquellas tórridas jornadas del final, sino también para darles descanso y un buen margen de preparación a aquellos clubes que nos representen tanto en el Provincial como en los torneos Federales. Y claro, también un descanso más lógico de tiempo para que, los ya exhaustos dirigentes, recarguen pilas y que la nueva temporada los encuentre fuertes y no con el padecimiento sufrido en estos últimos veranos.
Una pena porque, tal cual lo dialogado con jugadores, dirigentes y periodistas de esta zona Sur, en definitiva se termina pagando más por el pito de lo que el pito vale. Por una fecha netamente comercial donde, precisamente, un buen regalo para muchos padres fue siempre despuntar el vicio de la cancha después del almuerzo familiar.
Una pena porque está más que claro que no se vela por el bien común respetando lo que se pactó a inicios de temporada sino que cada uno ve su propio ombligo en función de si le conviene parar o si le conviene seguir.
Pero una pena también, no solo por avalar a aquellos dirigentes que tuvieron tal capricho o tan superflua idea tirada así porque sí, sino por aquellos otros que con su indiferencia o pasividad pareciera que cualquier cosa les da lo mismo. Y hasta por la propia dirigencia de la Liga Regional, que debió ponerse firme desde el vamos y no permitir que se enfríe la marcha de un muy buen torneo por ellos pergeñado, sin ningún motivo de peso que fundamente dicho paráte inesperado. De yapa, y casi como una ironía del destino, en medio de una doble fecha del fútbol infantil entre el sábado y martes.
Y lo que es peor aún, dejando de rehenes a quienes deban decidir en el futuro situaciones similares como lo serán ahora y como decíamos el próximo día del Niño en Agosto o el de la Madre en Octubre.
Un innecesario y gratuito retroceso por la falta de seriedad de algunos, extrañamente a contramano de muchas y buenas decisiones tomadas para jerarquizar los escenarios, el cumplimiento de los horarios, los controles médicos y tanta otra delicada cuestión inherente a lo económico.
En definitiva, un innecesario y gratuito retroceso cuando las cosas venían muy bien que, de ahora en más, debería generar dos situaciones a futuro perfectamente definidas: O reconocer el error para que no se repita y todo se siga programando en tiempo y forma en base al sentido común, o quedar expuesto a que cada uno pida lo que le parezca tomando en cuenta este inesperado antecedente.