El escritor francés Antoine de Saint-Exupéry destacó alguna vez que “lo esencial es invisible a los ojos” o, en definitiva, que el verdadero valor de las cosas no siempre es evidente. Pero, parece que en esta extraña Cuarentena argenta, ciertos infectólogos asesores de los gobiernos nacional y provincial a través de los COE tuvieron una muy particular visión sobre las actividades “esenciales”. En realidad, un enfoque muy especial respecto a las “no esenciales” en donde increíblemente incluyeron a las actividades recreativas, físicas y deportivas. Precisamente, actividades históricamente comprobadas en brindar salud y bienestar al ser humano y mucho más aún luego del sobrepeso y secuelas mentales que generó este hacinamiento interminable y único en el mundo.
Hasta el hartazgo dijimos en estos meses que cierta franja etaria, entre los 6 y 13 años, fue por lejos la más afectada con el agravante del comprobado quiebre de sus vínculos por la ausencia de la presencialidad escolar. Y de allí que la autorización para la vuelta al ruedo deportivo de tantos niños y jóvenes a los clubes de nuestra ciudad haya sido tan bien recibida por la sociedad en general y las familias afectadas en especial. Y digo “afectadas”, porque eso es lo que muchos padres de niños de diferentes disciplinas deportivas destacaron del largo período de inactividad de sus hijos en tiempos de zonas blancas donde perfectamente se pudo y debió realizar actividad física y recreativa. Actividades que luego, llegado el momento de la inserción geográfica del virus, hubiesen dejado a gran parte de la sociedad mucho más fuerte y preparada para enfrentar de otra manera las nuevas medidas ahora si un poco más lógicas y en directa relación con la Pandemia.
No obstante, es obvio que no hubo mala intención en nadie y si un mix de inexperiencia por un lado y de miedo por el otro a través de las temerarias imágenes televisivas desde el puerto y ello, lógicamente, termino siendo un válido atenuante.
Ahora, una cosa es reconocer la nula intención de aquella falla y otra bien distinta la de aceptar que muy livianos de cuerpo algunos “especialistas” sigan catalogando a las actividades físicas, recreativas y deportivas como “no esenciales”. No solo por ser todo lo contrario, sino porque a lo largo y ancho del país todo lo que se ha habilitado en dichas actividades no ha generado el más mínimo inconveniente. Porque, al igual que las restricciones sociales que solo generaron clandestinidad y contagio, la “no esencialidad” del deporte y sus extrañas limitaciones de cuarentena solo generaron dudas, enojos, transgresiones y la posibilidad perdida de generar salud y bienestar en un amplio espectro comunitario. Un concepto de lo “esencial” claramente equivocado en relación a las actividades físicas, recreativas y deportivas que, a Dios gracias, ya fueron corregidas por muchos jefes comunales alertados de tamaño error de apreciación