“Sentí que estaba acá” dice Manuela Ludueña cuando le preguntan qué sintió al recibir una carta de de su hijo Jorge, héroe de Malvinas, 37 años después de que fuera enviada.
Toma entre sus manos el sobre amarillento por el paso del tiempo y por los años que estuvo guardada vaya uno a saber en qué bolsillo.
Lo primero que se ve es la destinataria de la carta, Manuela de Ludueña, Cura Brochero 133 Las Varillas.
Se le ponen brillosos los ojos al recordar a su Jorge tal vez escribiendo aterido del frío impiadoso de un pedacito de tierra argentina en el confín del mundo.
“Queridos padres” comienza la carta escrita en 1982 con letra de imprenta casi infantil, aprendida en la Escuela José María Paz, mientras Manuela nos cuenta detalles de cómo llegó esta carta a sus manos.
Se la trajeron familiares del Suboficial Principal Miguel Ángel Gaethe, tal vez el último efectivo que haya visto a Jorge Ludueña con vida.
El militar buscó siempre a sus parientes pero falleció sin poder encontrarlos. Fueron los familiares de este suboficial quienes dieron con el mensaje. Como cuando se encuentran botellas arrojadas al mar, en este caso una de papel finalmente llegó a destino: la madre de Jorge Ludueña,
Uno la lee y más allá de los detalles familiares no deja de estremecerse por su contenido, se imagina el frío y el hambre que pasaron unos soldaditos de 18 años que no sabían nada de la guerra o de guerra, más allá de alguna película vista en el cine Colón en su cercana infancia.
Y lo distinto que era, sin pertrechos como en el cine, sin al menos un pedazo de pan o algo que calmara los ruidos del estómago que sonaban más alto que los tiros del enemigo.
Saber que Jorge murió no por un disparo del enemigo sino por la mala alimentación crispa más a cualquiera que tenga un poquito de sangre en las venas. Saber que un pibe como otros miles llegaron a las islas que en la escuela nos enseñaban que era argentinas con la ilusión de recuperarlas y murieron en el intento por la desidia de un gobierno que sólo quiso salvarse a sí mismo, nos baja las defensas.
Cuesta creer lo que uno lee: “Mandame galletitas y chocolatines” o “Mándame el pulóver y unas medias” y la fe de “voy a salir de esta” para gastarse los 20 millones (de aquella época) que iban a cobrar.
Esta es la otra historia de la guerra que duele y no nos contaron. Pero la presentíamos.
Eso lo sabe Manuela y lo quiere ignorar por el dolor que le provoca. Le importa saber que como Jorge, muchos dejaron su orgullo de ser argentinos en un territorio que algún día se recuperará.
Quienes no van a recuperar nada, ni orgullo ni honor, serán los culpables de haber mandado a pibes a la guerra para salvarse ellos mismos.
La Historia ya los juzgó y los declaró culpables
Tal vez todo eso pase por la mente de Manuela cuando dobla cuidadosamente la carta, un pedazo de papel que para ella significa una vida. La de su hijo Jorge . Por eso siente que su hijo esta acá con los suyos y eso nadie se lo quita
La carta
“Queridos Padres: Les escribo estas líneas, para decirles que estoy bien y espero que sepan dónde estoy y que no se hagan problemas porque no va pasar nada, rogándole a Dios. Estas líneas son para contarles que aquí hace mucho frío y que la comida es escasa y espero que esto termine pronto así estás más tranquila. Te cuento que el mes pasado nos pagaron el sueldo y cada uno sacó 20 millones y que pagan todos los fines de mes. Pero mándame el pulóver y un par de medias porque vamos a salir de licencia, todos los fin de semana si salimos de esta.”
“Querida hermana te escribo estas líneas para decirte que estoy bien y que no te asustes por lo que está pasando, espero se arregle pronto así están más tranquilos. Estela mándame una carta por lo menos, que escriba la mami que hace mucho que no escribe. Cada vez que hay cartas espero una de ustedes, y cuando no me mandan me pongo triste. Estela como andas con el “Beto”, se llevan bien o andan a las patadas y la Marita como esta grande, picuda no me extraña. Vos sabes como la extraño a la Marita hay soldados que extrañan a sus hermanitos y yo le dije que tengo una sobrina. Bueno estela sin más nada que contarte saludos al “Beto” y besos a la Marita y a vos chau hermana.”
“Queridos Tíos y abuela: Les escribo estas líneas para decirles que estoy bien y que estoy un poco preocupado porque aquí hace mucho frío y la comida es muy poca, espero que no te enojes de no haberte escrito una carta, es que no tengo tanto tiempo, espero que ustedes se encuentren bien y que escriban una carta en vez en cuando para saber cómo andan. El Oscar si trabaja y el Hugo sigue trabajando de Valbo y consiguieron la casa del barrio que se hicieron anotar y la Ester como anda con el José, espero que me manden una encomienda con masitas y chocolatines. Bueno sin más nada que contarles le mando besos a todos Chau. Perdonen la letra”.
LAA