Más allá del sentimiento y el potenciar el sentir patriótico estando en el lugar es esa, la de las oportunidades perdidas, la sensación que quedó impregnada en muchos de nosotros por estos días. Aún, contrariando el mensaje del equipo de expedición antártica que nos preparó para la ocasión.
Oportunidades perdidas, como resumen, si lo tuviese que definir en dos palabras, luego de la visita hacia el continente blanco y a nuestras queridas Islas Malvinas.
Oportunidades perdidas de posesión dado la cercanía con nuestro territorio y con ello la posibilidad de un aprovechamiento más integral, más allá de la soberanía.
Soberanía que, es cierto, si se logró alcanzar en la Antártida, incluso como primer País en 1904, pero que bien pudo ser de una mayor dimensión en un continente sumamente estratégico y riquísimo en recursos naturales. Y hoy, por presupuesto y decisiones políticas, escasamente poblado y explotado como argentinos en la geografía propia. Sin una visión de desarrollo a futuro como sí ejecutaron y ejecutan otras naciones dueñas de diferentes partes del territorio blanco a pesar de las inmensas distancias en que se encuentran. Habla de ello, los más de 30 países que sostienen e incrementan sus bases permanentes. Fuera de aquella decena que se apropio con sus reclamos desde el inicio de las posesiones dado la importancia económica y geopolítica a futuro de dicho territorio. Importancia a futuro que, repito, Argentina hace tiempo que no le da en base a esa ausencia de visión de desarrollo en el lugar. Algo que, nos decían, podría llegar a cambiar en función de la rápida visita que realizó el Presidente Milei ni bien asumió su mandato pero, por ahora, todo tan tranquilo como desde entonces.
Y por estas horas Malvinas, “nuestras Islas Malvinas”. Que bien puede también ingresar en ese concepto de oportunidades perdidas si se lo analiza desde la intención histórica hacia atrás y desde las dudas hacia adelante.
Claro que aqui el sentimiento obnubila y agota rápidamente todo intento de un análisis similar a lo de Antártida.
Un natural sentimiento de despojo, muy arraigado desde niños y potenciado por la sangre derramada por ese puñado de pibes en la guerra del 82, dejando su vida o regresando de ese infierno.
Presentar el Pasaporte Argentino para ingresar a una tierra considerada propia o escuchar desde la amabilidad de un guía lugareño la recurrente frase de “la invasión” de nuestro país fue fuerte. Tanto o más que relacionar el duro clima de fines de este Enero con aquel período de Abril a Junio del 82 muchísimo más terrible aún.
Y, obviamente, el visitar ex profeso cada punto clave de las batallas, los aún innumerables desechos de las mismas y el cementerio de nuestros caídos no hizo otra cosa que cercenar nuestra objetividad. Sin poder disociar, en infinidad de cuestiones, la realidad de nuestra propia visión en cuanto a lo que queremos que fuera o hubiese sido.
Quizas, por lo que uno palpa por aquí, más allá de las distintas opiniones sobre el intento de recuperación por la vía armada en cuanto a convicción o necesidad de aquel gobierno de Galtieri, lo diplomático siempre debió sostenerse con perseverancia. Incluso desde la opinión del pueblo autóctono malvinense que se siente independiente del propio Reino Unido en muchísimas cuestiones no compartidas. Por idiosincracia, lejanía y hasta cierta timidez propia de lugares tan remotos y con clima hostil. Con esa extraña convicción de que la Argentina “pudo ser un vecino amable” y nutrir relaciones de todo tipo sin llegar a ese extremo que rompió con ello. Y por eso, uno puede meter de cuña también esa “oportunidad perdida” de insistirle al mundo nuestro legítimo reclamo y arribar a un mejor puerto.
Sin ser contrafactico aún y, más allá de los arraigados intereses estratégicos y económicos del Reino, quizás nuestras futuras generaciones puedan tomar nota. En función de otras experiencias de “colonización” y desde la convicción de nuestros derechos sobre las mismas, tanto desde lo legal como desde ese fuerte sentimiento de pertenencia que seguimos teniendo como de cualquier otra provincia de nuestro territorio.